"Tú eres probablemente, la mejor actriz del mundo lo que junto a tu extraordinaria belleza, te hace única".
Con esta concisa frase, definía Burton su gran admiración por Elizabeth Taylor.
Admiración, pasión, amor, odio, violencia: todos los ingredientes necesarios para conformar una historia de amor fascinante...., y apasionada en la misma medida que destructiva.
Su amor comenzó en Roma durante el rodaje de Cleopatra, y aunque ellos hicieron todo lo posible para que su historia se mantuviera en secreto, ya que ambos estaban casados, fue una misión imposible.
Ella era una de las estrellas más famosas de todo el planeta, tanto, que hasta el mismo Burton quedó impactado al comprobar que no podían dar un paso, sin que decenas de periodistas los persiguieran ávidos de inmortalizar cualquier movimiento en falso de la Diva.
Mientras tanto Fisher, el marido de Taylor en aquella época, hacía oídos sordos a los numerosos rumores que llegaban hasta él. LLegó un momento en que ya fue imposible por evidente: se cuentan por decenas los testimonios de actores, extras, operarios que compartieron rodaje con ellos en "Cleopatra", y que fueron testigos directos de su vehemente pasión sexual.
"Lo supe antes incluso que ella misma. Ella estaba necesitada de emociones, y nuestro matrimonio era cómodo, pero monótono. A ella le encantaba el dramatismo, echar las puertas abajo..., aquella voz maravillosa de Burton, su gran conocimiento de la interpretación, su capacidad para enseñarla la fascinaron. Pero ella confundió las debilidades de Burton, su adicción al alcohol, la rabia y la amargura que lo llevaban a protagonizar escenas de considerable violencia, con independencia y seguridad en si mismo"- de esta manera se pronunció Fisher un tiempo después sobre la pareja.
Finalmente el romance se hizo publico, y la prensa sensacionalista utilizó titulares como "Fisher abandonado por Liz", para dar buena cuenta de este nuevo amor . De hecho tan sólo bastaron nueve días para que la Diva le diera puerta a su marido, y se casara con Burton. El pobre Fisher tuvo que ser ingresado en una clínica, por sobredosis de alcohol y anfetaminas.
El amor entre Richard y Liz parecía consolidarse. Los amantes se refugiaban de la prensa y el gentío, en una casa que Burton había hecho construir frente al mar. Allí pasaron sus mejores momentos: hacían el amor incansablemente, disfrutaban del mar, realizaban excursiones por las rocas de la playa.., pero también daban rienda suelta a sus terribles adicciones.
Fueron pasando los meses, y ese amor fortalecido por el tiempo, también comenzó a bordear el delirio debido al los excesos. Celos, reproches, gritos, insultos.... besos, caricias, sexo..., se estaba gestando entre ambos una dependencia enfermiza, que aunque no parecía ser un obstáculo importante en la relación, casi imperceptiblemente, la iba mermando.
Era tal el amor-obsesión, que tanto Liz como Richard pensaron alguna vez en el suicidio: no podían imaginar su vida el uno sin el otro. De hecho Richard Burton contó que en una ocasión Liz, queriendo demostrarle su amor, se tomó un frasco entero de barbitúricos ante sus propios ojos, al tiempo que manifestaba que estaba dispuesta a morir por él .
El seguimiento mediático de la pareja era grotesco. Sus intimidades eran mostradas sin ningún pudor. Pero el público, aún a sabiendas de lo tormentosa y violenta que resultaba ser la relación, los adoraba sobremanera.
El porqué de este hecho está claro. Ellos, estrellas deslumbrantes del firmamento de Hollywood , con su indecorosa conducta se humanizaron, bajando de ese pedestal de oro, que era la Meca del cine, inalcanzable para el común de los mortales.
Aún con todos estos contratiempos, el glamour, y la admiración hacia sus grandiosas interpretaciones, quedaron intactos ante los ojos del público.
Lo único que estaba claro en esta relación tormentosa era que hasta cuando se odiaban, se amaban.
Sobra decir que la famosa película de Mike Nichol¿Quién teme a Virginia Wolf? retrató de manera realista lo que podría haber sido la cotidianidad de su vida en común.
Pero no fue la única película en la que compartieron protagonismo, fueron diez veces las que trabajaron juntos, y en todas ellas reflejaron el estado emocional que ambos atravesaban al rodar la cinta.
"Cleopatra", " Castillos en la Arena", "La mujer indomable", "The comediants", "La mujer maldita" o "Pacto con el diablo", son algunos de los títulos que por supuesto ayudaron a magnificar el mito que siempre rodeó a esta relación, al igual que las fastuosas joyas que el actor regalaba a la Diva para demostrarle su amor. La Perla Peregrina fue tal vez la culminación de este amor. No podía haber nada más valioso que esta joya : la joya más deseada y valiosa del mundo, para la mujer más deseada y admirada del Universo.
Su historia de amor fue tan auténtica, que tras separarse tras casi diez años de matrimonio, y tan sólo un año después, volvieron a casarse, aunque fue inútil.....,esa pasión desatada, esa pasión animal que los había unido tantos años parecía haberse esfumado.
Pasaron los años, ambos volvieron a casarse, conocidos son por todos los ocho matrimonios de Elizabeth, más siempre les faltó esa conexión que hubo entre ellos, y que hacía saltar chispas, ese deseo sexual irrefrenable que sentían cuando sus miradas se encontraban.
Burton murió joven, tan sólo tenía 58 años. Dejaba una viuda, y la duda del amor hacia ésta, al confesarle a su hermano en el lecho de muerte, que su pensamiento jamás se había separado de Liz.
Por otra parte Elizabeth creyó enloquecer cuando se enteró de su muerte : "El día que murió, yo aún estaba locamente enamorada de él"
Un amor sin duda engrandecido por la luz de los focos, por los destellos del glamour más absoluto, por la riqueza y el lujo.....pero a fin de cuentas un amor con sus luces y sus sombras, un amor imperecedero que seguramente, allá donde estén, los habrá hecho reencontrarse de nuevo.